1.- Cómo se forman callos, juanetes y grietas.
Cuando el calzado no se ajusta a las estructuras del pie e impide el desarrollo de palanca que ejercen los dedos se pueden formar callos. Éstos se producen por roce, presión o comprensión, siendo la presión más evidente en el sexo femenino ya que el uso de los tacones hace que el peso se desplace hacia el metatarso que tiene que responder a un exceso de trabajo.
Por otra parte, la presión lateral a la que son sometidos los dedos hace que se formen los ojos de gallo, o callos interdigitales, que amenazan a los dígitos a que abandonen sus espacios para desencadenar una serie de patologías como los dedos en martillo, juanetes o dedos en garra.
Callos. se producen por roce, presión o comprensión, y afectan más a las mujeres.
Otro de los problemas que puede sufrir el pie son las grietas en el talón, originadas fundamentalmente por la anhidrosis (ausencia anormal de sudoración en respuesta al calor). A pesar de que el talón está diseñado para absorber cada impacto con una gran red de celdillas grasosas, si éste no está lo suficientemente hidratado, el contorno se pellizca y se rompe.
Las grietas también se deben a los calzados con contrafuertes blandos que permiten desplazamientos de lateralidad, a cambios hormonales o a algunos tratamientos médicos. Si las grietas no se tratan de inmediato pueden llegar a ser muy profundas e incluso a infectarse.
2.- Cuidado de las Uñas
Habitualmente el especialista recomienda que las uñas se corten rectas para evitar que éstas se introduzcan en el dedo. Sin embargo, el podólogo deberá decidir ante cada caso concreto la manera idónea de cortarlas.
Con respecto al esmalte de uñas, el especialista advierte de que las uñas son órganos sumamente permeables por lo tanto, a pesar de que los esmaltes son cada vez más inocuos, es conveniente dejar que las uñas transpiren y se oxigenen y no llevarlas continuamente pintadas.
3.- Cuando acudir al podólogo
Normalmente no estamos mentalizados sobre los desórdenes de salud que nos pueden acarrear los pies y pensamos que si no tenemos problemas no es necesario acudir al podólogo.
Sin embargo, en muchas ocasiones, las dolencias en otras partes del cuerpo se deben a que “nuestros cimientos no reciben las fuerzas de gravedad para los que fueron diseñados o porque los zapatos que utilizamos habitualmente no son los adecuados”. Así pues, es preciso permanecer atento a nuestros pies y vigilar la aparición de cualquier anomalía como rozaduras, callos, heridas, etc.
Especial precaución deben tener los enfermos de diabetes y algunos profesionales cuyo trabajo les obliga a permanecer mucho tiempo de pie. Es el caso de los trabajadores del sector de la hotelería, que están sometidos a unos desplazamientos en lateral en poco espacio y durante muchas horas, así como las peluqueras, por la estática en bipedestación y sin actividad, o las enfermeras por el uso continuado de los zuecos.
4.- Recomendaciones Básicas
– Hacer una inversión en un buen calzado que permita la adecuada transpiración de la piel. Limpieza interior del calzado.
– Huir de fibras y licras en calcetines para evitar compresiones y estrangulaciones de la circulación de retorno.
– Higiene adecuada.
– Hacer algún deporte moderado, a ser posible fuera del alcance del asfalto y en terrenos irregulares.
– Aplicar crema hidratante en verano.